Uno de los dirigentes más denostados de la segunda República española ha sido sin duda Juan Negrín, el último presidente de la guerra civil, desde el 17 de mayo de 1937. Se le ha acusado de enviar el oro de España a Moscú, un tema del que ya hemos hablado y que se entendería muy bien hoy si pensáramos que, en la guerra de Ucrania a los ucranianos no les prestara ayuda la OTAN y tuvieran que defenderse con sus propias armas, es evidente que gastarían todo su dinero en adquisición de armamento para su propia defensa. En eso se gastó el oro España, para defender el Gobierno legítimo de la República, a quien no ayudó ningún país, agravado porque los generales franquistas, para dar el golpe, habían robado la mayoría del armamento del Estado español y el Gobierno no disponía de medios de defensa. Solo hubo un país que quiso vender armas a España, fue la URSS, a quien se le pagó con el oro disponible, después de un indigno pacto de no intervención de Francia e Inglaterra, dejando que nazis y fascistas ayudaran con todo tipo de armamento, aviones y tanques a Franco.
Aunque hoy no es este el tema, quiero reivindicar la figura de Negrín que no tenía un buen discurso, pero su agilidad mental y su capacidad de acción era muy superior al resto de sus correligionarios. Era doctor pero ante todo, un científico investigador en fisiología con mucho prestigio, discípulo de Santiago Ramón y Cajal y maestro de grandes investigadores, como Severo Ochoa. Asumió la gestión del proceso constructivo de la Ciudad Universitaria de Madrid, como secretario de la Junta Constructora. Negrín conocía y practicaba cinco idiomas.
Si se le ha recordado por el lema de “Resistir es Vencer” es porque su intención era mantener viva la guerra civil española mientras hubiera posibilidad, ya que estaba convencido que la segunda guerra mundial estaba muy cerca, Franco se tendría que aliar con el eje fascista, por lo que las potencias aliadas estarían del lado de la República, además Negrín tenía la certeza de que no se podía negociar nada con franco, porque era consciente que su intención era hacer un exterminio, como así se demostró. Pero no hubo posibilidad de aguantar porque seis meses antes Negrín fue traicionado por el coronel Casado, supuestamente al lado de la República, en un golpe que fue una guerra dentro de la guerra civil, enfrentándose entre los propios leales a la República, lo que facilitó la victoria franquista.
Negrín, que no era ni mucho menos comunista, como se ha dicho, sino socialista moderado, acertó en que la guerra mundial estaba cerca, se inició seis meses después de finalizar la guerra civil, tiempo que no hubiera sido difícil de aguantar con un tercio del territorio en poder de los fieles a la República, pero además Negrín siempre estuvo dispuesto a buscar la paz, pero una paz no a cualquier precio, sino con condiciones y por eso propuso un acuerdo con 13 puntos, que se han conocido como ”los trece puntos de Negrín”:
1. Asegurar la independencia absoluta y la integridad total de España.
2. Liberación de nuestro territorio de las fuerzas militares extranjeras que lo han invadido.
3. República popular representada por un Estado vigoroso que se asiente sobre principios de pura democracia.
4. La estructuración jurídica y social de la República será obra de la voluntad popular libremente expresada, mediante el plebiscito.
5. Respeto a las unidades regionales, sin menoscabo de la unidad española.
6. El Estado garantizará la plenitud de los derechos del ciudadano en la vida civil y social, la libertad de conciencia, y asegurará el libre ejercicio de las creencias y prácticas religiosas.
7. El Estado garantizará la propiedad legal y legítimamente adquirida, dentro de los límites que imponga el supremo interés nacional y la protección a los elementos productores.
8. Profunda reforma agraria que liquide la vieja aristocrática propiedad semifeudal.
9. El Estado garantizará los derechos del trabajador a través de una legislación social avanzada.
10. Será preocupación primordial del Estado la mejora cultural, física y moral de la raza.
11. El Ejército español al servicio de la Nación misma, estará libre de toda hegemonía o tendencia de partido.
12. El Estado español se reafirma en la doctrina constitucional de renuncia a la guerra como instrumento de política nacional.
13. Amplia amnistía para los españoles que quieran cooperar en la inmensa tarea de reconstrucción y engrandecimiento de España.
La propuesta fue rechazada o más bien ignorada, por el bando franquista. Pero la decisión internacional que más perjudicó a España fue el acuerdo de Munich, si Francia e Inglaterra eran reacios a ayudar a España, con este pacto la dejarían completamente abandonada. El 29 de abril de 1938, Francia, Gran Bretaña, Italia y Alemania, firmarían el Pacto de Munich, lo que iba a permitir que cediesen a Hitler el territorio de los Sudetes, zona de habla alemana de Checoslovaquia, con la intención de apaciguar sus ansias anexionistas. El francés Daladier era el más reacio al arreglo ya que, junto a la Unión Soviética, Francia tenía firmado un acuerdo con Checoslovaquia, terminaron convenciéndole y junto a Chamberlain, Hitler y Mussolini, Daladier firmó el tratado con el que se celebraba la paz en Europa, al acuerdo no fue invitada Checoslovaquia, y tampoco la URSS. Chamberlain lo denominó «Paz para nuestro tiempo», pero lejos de lograr el apaciguamiento, lo que se consiguió es que el dictador nazi aplazase la guerra unos meses. Un año después, Alemania, contrariamente a lo que había prometido, invadió Polonia, iniciándose la Segunda Guerra Mundial. Negrín, el 1 de febrero de 1939, diría en las Cortes: «Por salvar la paz de Europa se dejó devorar a Austria. Por salvar la paz de Europa, se ha dejado descuartizar a Checoslovaquia. ¡Cuántas cosas no se han hecho para salvar la paz de Europa!»
Negrín cuando se reúne en Francia con la Comisión Permanente de las Cortes, al finalizar la guerra dijo: «Había que resistir para no perecer, porque era ciego el que no viera que el triunfo de nuestros enemigos significaba el aniquilamiento de todos los que estaban luchando a nuestro lado. El germen de rencores y de odios que dejará tras sí, será de tal naturaleza, que su huella no desaparecerá».
Cuando muchos exiliados tuvieron que marchar a México, en 1939, en el barco Sinaia, que se fletó para su salida, se podía leer “Negrín tenía razón”. El barco Sinaia es la imagen de portada de este artículo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario