Estamos asistiendo a un debate entre dos visiones muy diferentes en el PSOE, una de ellas en las que parece que estamos igual que hace 137 años, los que tiene de vida el partido, en las que los militantes se limitan a elegir a unos delegados, que tienen legitimidad absoluta para tomar cuantas decisiones quieran, aunque sepan a ciencia cierta que lo están haciendo en contra de sus representados, como claramente esta sucediendo en estos días.
Hay otra visión, que comprendiendo que el PSOE no es un partido asambleario, entiende que los medios tecnológicos actuales permiten hacer una consulta a la militancia, cuando se considere que la decisión es de gran transcendencia. Es claro que cuando se conoce previamente el resultado y no se quiere aceptar, lo mejor es no consultar. La decisión se toma en contra de la opinión mayoritaria.
Pero el problema no es que estemos asistiendo a una podemización (tontería que defienden los que desean una abstención a Rajoy), el problema es que los dirigentes están más cómodos cuantos menos militancia haya, al fin y al cabo los militantes "son unos radicales que no saben lo que les conviene", lo que supone en la práctica ir reduciendo el partido a un partido de cuadros o de notables, típicos a mediados del XIX, cuya principal característica era el rechazo al asociacionismo.
Los partidos de masas suponen un importante avance político donde todos los ciudadanos pueden participar en política, ni que decir tiene que la actividad política, la participación y el debate era mucho mayor entonces. Hoy la oponión de cualquier militante que no pertenezca a una ejecutiva o un Comité, se limita a dos asambleas al año.
Parece evidente que no se pueden poner puertas al campo, los militantes quieren tener representantes que escuchen sus opiniones, y sobre todo sentirse parte del partido al que pertenecen, por tanto no consultar a la militancia, en momentos decisivos, supone en la práctica prescindir de ellos por la vía de los hechos. Por lo tanto hay dos opciones o partidos sin militantes o partidos de la militancia. La decisión supone retroceder al XIX o avanzar al XXI.
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