El Gobierno del partido popular está demostrando que se puede gobernar sin ningún proyecto, las escasas propuestas (nunca tuvieron proyecto) que presentaron en campaña electoral están siendo incumplidas por completo. Su forma de gobernar está siendo una pesadilla para desempleados y trabajadores; pero una gran satisfacción para grandes empresas, que ni en el mejor de sus sueños esperaron unas medidas y especialmente una reforma laboral como la que ha implantado este gobierno.
Todos los sectores empresariales, tanto productivos como financieros, como de servicios (incluidos sanitarios y educativos) han visto cómo podían liberarse de gran parte de mano de obra y todo ello en función de la necesidad de reducir gastos, aumentar la productividad y ser más competitivos. Cierto es que la crisis ha sido global y ha afectado a todas las empresas y a todos los países, pero no es menos cierto que las más débiles (pymes) son las que han sido realmente arrasadas por esta crisis, por el contrario las grandes empresas han sentado las bases para tener una mano de obra más barata, menor presión sindical, mayor sometimiento de los trabajadores y sobre todo un menor coste de despido. Esto se ha debido principalmente a que la dirección política del gobierno la han llevado a cabo las patronales y algunos medios de comunicación de la derecha (tertulianos que desde por la mañana ya les dan pensado a los ministros como tienen que actuar, no hace falta que se molesten en pensar, ya hay quien lo hace por ellos).
Pero claro está, el incremento de la competitividad siempre tiene que ser a costa de la reducción de costes de personal, aunque todos los estudios económicos estén demostrado que los factores determinantes para el crecimiento económico son el capital humano, el conocimiento y la inversión en infraestructura. Justo lo contrario a lo que se está haciendo. Aquí se reduce el salario, se disminuye el gasto en educación, las infraestructuras cada vez más deficientes y como propina las prestaciones sociales van desapareciendo. La obsesión por la competitividad es un error como expone el premio nobel de economía Krugman, ya que los países no compiten entre sí, el comercio internacional no es un juego de suma cero, donde la ganancia de un actor es la pérdida de otro, sino un intercambio que produce beneficios para los dos partes y la guerra comercial en base a la competitividad conduce inevitablemente a una asignación errónea de los recursos y a una guerra comercial.
El crecimiento de un país depende exclusivamente de su productividad interna y ésta no tiene que ver con la competitividad con otros países, sino con su desarrollo endógeno.
El crecimiento de un país depende exclusivamente de su productividad interna y ésta no tiene que ver con la competitividad con otros países, sino con su desarrollo endógeno.
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