Hace unos días, el Ministerio de Educación y Formación Profesional, publicaba la estadística del curso 2016/2017 sobre el alumnado matriculado en Formación Profesional reglada, detallando características y resultados académicos de los cerca de 800.000 alumnos y alumnas que lo cursan, en alguna de las tres modalidades: F.P. Básica, Grado Medio o Grado Superior. Unos datos que reflejan un ligero incremento de alumnado en los últimos años, especialmente en el Grado Superior.
En el informe se hace un pequeño análisis, y se apuntan algunas distorsiones que habría que subsanar, pero no se hacen propuestas para corregirlas. Seguramente la necesidad de implantar medidas, a favor de la igualdad es lo más urgente y necesario, ya que el alumnado de Formación Profesional se decanta por una u otra familia profesional en función de si la profesión concreta ha sido tradicionalmente desempeñada por mujeres o por hombres. Así, las familias relacionadas con Textil, Confección y Piel, y el sector servicios (Servicios Socioculturales y a la Comunidad, Imagen Personal, Sanidad) son, casi exclusivamente, cursadas por mujeres; mientras las Familias profesionales relacionadas con la industria, son de abrumadora mayoría masculina: Electricidad-Electrónica, Transporte y Mantenimiento de Vehículos, Instalación y Mantenimiento, y Fabricación Mecánica. Es algo que se repite año tras año, podríamos irnos varios cursos atrás y comprobaremos que prácticamente no hay variaciones en la estadística. Siendo ésto muy preocupante, no lo es menos que los ciclos formativos de familias profesionales más innovadoras, como informática y comunicaciones, también estén copadas en el 90% por hombres.
La F.P. es clave en la transformación de la sociedad actual y de futuro, y la mujer no puede quedar al margen de la participación en el desarrollo industrial y tecnológico, es por lo que se hace necesario implantar políticas de igualdad. El diagnóstico en todos los informes que acompañan la estadística, año tras año, es el mismo (en ramas industriales, más del 90% del alumnado son hombres), pero las medidas propuestas, para equilibrarlo, ninguna.
La Formación Profesional, especialmente la de Grado Superior, es una enseñanza cuyo prestigio entre las empresas, a las que acude obligatoriamente el alumnado, para realizar el módulo profesional de Formación en Centros de Trabajo (durante 3 meses, como parte de su formación académica), es muy elevado, de hecho, muchas empresas terminan contratando al alumno o alumna que ha realizado allí sus prácticas educativas. Incluso es de esperar que la nueva Formación Profesional Dual, que se está implantando, mejore la relación entre centro educativo y centro de trabajo, mejorando la inserción profesional, que ya es buena.
La F.P es la enseñanza que puede y debe transformar el sistema productivo de nuestro país. Aunque la realidad es que en los últimos años, esta etapa educativa, ha estado olvidada, incluso aislada, al no adaptar las titulaciones de F.P. en España, al Marco Europeo de las Cualificaciones, como han hecho la mayoría de los países de la U.E., lo que dificulta la movilidad de los estudiantes. El desconocimiento ciudadano, de estas enseñanzas, hace que se difunda una imagen deteriorada de la realidad, y se considere una enseñanza de segundo nivel; percepción errónea. Lo cierto es que este alumnado es el que debe dar respuesta al necesario incremento productivo de nuestra sociedad, incluso se estima que en el 2020 la mitad de los puestos de trabajo que se creen en la Unión Europea serán ofertados para el alumnado de Formación Profesional.
El Ministerio de Educación, por primera vez, incorpora en su nombre el de Formación Profesional, lo que crea confianza sobre la especial atención que se pretende dar a estas enseñanzas, y la perspectiva es aún mayor, en el tema que nos ocupa, por la especial sensibilidad que el Consejo de Ministros tiene sobre las políticas de igualdad.
Es un tema que no se puede corregir de la noche a la mañana, pero hay que empezar a tomar medidas para incorporar a la mujer a la industria, y lo primero debe ser adaptar los talleres profesionales de los centros educativos, para chicos y chicas, empezando tanto por los aseos, como por los vestuarios. Es necesario además, informar e impartir formación específica en la ESO, sobre las profesiones relacionadas con la industria y el trabajo que en ellas se realiza, habría que valorar la implantación de una asignatura de iniciación profesional en secundaria, incrementar las campañas publicitarias donde se visualice a la mujer desempeñando trabajos en profesiones industriales, y fomentar cuantas medidas favorezcan su incorporación a los sectores industriales. Cierto es que también ayudaría, si el profesorado que imparte las asignaturas prácticas, en los talleres, hoy mayoritariamente hombres, fuera también paritario.
Es imprescindible que la sociedad se acostumbre a ver chicas realizando instalaciones eléctricas, montando redes telemáticas, encargadas de talleres de automoción, manejando máquinas de control numérico o elaborando páginas web. El camino, ni es corto, ni es fácil, pero es absolutamente necesario.